Érase una vez una bruja malvada que no fue invitada a una boda. Como todas las brujas malvadas que no son invitadas a bodas, se presentó para liarla. Dejó una manzana envenenada. El veneno lo llevaba por fuera, no por dentro. En la manzana se podía leer "Para la más bella". Sabía la bruja lo que se hacía.
¡Oh, vanidad divina! Tres bellas empezaron a disputar el fruto, no por hambre, que nada faltaba, sino por la dichosa inscripción. El más poderoso invitado decidió que fuera un joven el que pusiera paz en la discusión.
— Yo te daré sabiduría, habilidad en la batalla y la destreza de los grandes héroes. ¡Dame a mí la manzana! —decía una.
— Una manzana, un insignificante fruto... por el control de toda Asia y el poder político —susurraba otra.
— El amor de la mujer más bella —sentenció la última, echando la red.
Y aquí se enredó. Una manzana para la más bella de la fiesta, a cambio de la más bella del mundo. La bruja malvada podía sonreir.
Pero la más bella estaba ya casada. El joven, cuando la vió, raptó a la bella, el marido se enfadó, las bellas desdeñadas que vieron la manera de vengarse... En conclusión, se armó la marimorena: la Guerra de Troya.
Dioses, semidioses, mortales... 10 años de lucha. Mil historias diferentes heroicas y rastreras, de ingenio y de maldad, relatadas en La Ilíada de Homero.
"Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquileo; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves —cumplíase la voluntad de Zeus— desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquileo.
¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? El hijo de Zeus y de Leto. Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises. Este, deseando redimir a su hija, habíase presentado en las veleras naves aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas del flechador Apolo que pendían de áureo cetro, en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos, así les suplicaba:
—¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, al flechador Apolo."
Inicio de La Ilíada, de Homero. Extraído de Wikisource.
La ciudad de Troya, arriba a la derecha.
Troya, escenario de una de las más importantes batallas mitológicas.
Troya fue descubierta en 1871 por Heinrich Schliemann, un millonario que se dedicó a la arqueología. La zona estuvo habitada desde el tercer milenio antes de Cristo. Las investigaciones han descubierto que existen 10 fases de ocupación a lo largo de su historia. Se estima que la guerra de Troya pudo ser un hecho probable, alrededor del 1200 a. C. (siglo arriba, siglo abajo), que correspondería con el asentamiento VI ó VII. Como la zona fue arrasada posteriormente por terremotos e invasiones, es extremadamente complicado datar exactamente la posible guerra.
Vista en planta de las diferentes ocupaciones de la ciudad. Imagen de Wikimdia Commons.
Vista lateral de la profundidad de las ocupaciones. Imagen de Wikimedia Commons.
El poema de Homero data del siglo VIII antes de Cristo. Desde que se descubrió la Troya real, se planea la pequeña duda: ¿realidad o ficción?
Hay investigadores que abogan por la irrealidad completa del poema homérico, aunque lo encuadrara en un lugar real.
Otros investigadores admiten que podían existir leyendas sobre una guerra sucedida hacía siglos y Homero las "recopiló".
Otros, que no fue una sóla guerra, sino una fusión de historias desde la Edad de Bronce de asedios y expediciones griegas.
Para liar el cuento algo más, incluso la misma existencia de Homero se debate desde el Imperio Romano. El emperador Adriano preguntó al Oráculo de Delfos, que le contestó que Homero fue real y que escribió la Odisea y la Ilíada. Homero, que en griego significa 'rehén', podría ser el nombre genérico de hijos de prisioneros de guerra que, al no ser enviados a combatir por dudar de su lealtad, se les encomendaba aprender las leyendas épicas locales para conservarlas, antes del invento de la escritura. Según los estudiosos, la Odisea y la Ilíada corresponden a una estructura oral, con frases y versos completos que se repiten. Al ser puestos por escrito, se respetó esa cadencia. También se duda que ambos escritos, Odisea e Ilíada, fueran puestos en palabras por la misma persona, se llamara como se llamara. Se aventura incluso, que la Odisea fue escrita por una mujer. A este debate sobre la existencia de Homero se le llama cuestión homérica.
Históricos o no, guerra y escritor, lo cierto es que dan para ríos de tinta. Utilicemos la imaginación un momento sólo... y creamos que aquello fue cierto:
En la boda de Peleo y Tetis se juntó todo el Olimpo, menos Eris, la Discordia, a la que no invitaron. Eris, muy enojada (tenía un genio de mil demonios), acudió a la boda y dejó una manzana de oro con la leyenda Kallisti, 'para la más hermosa'. Atenea, Hera y Afrodita se disputaron la manzana. Zeus, impelido para poner paz, y sabiendo que si se metía en el lío acabaría escaldado, designó a Paris para mediar entre las tres... que eligió a Afrodita a cambio del amor de la mujer más bella del mundo, Helena, casada con Menelao, hermano de Agamenón, rey de Micenas. Helena, antes de casarse, tuvo muchos pretendientes que pugnaban por conseguir su mano (y todo lo demás). Todos juraron respetar la decisión de Helena y proteger el matrimonio. Helena eligió a Menelao, que heredó el trono de Esparta del padre de Helena. Paris, que fue a Esparta para tratos diplomáticos, vió a Helena, se enamoró, la raptó, con la ayuda de Afrodita, y se la llevó a Troya. Menelao apeló al juramento de los pretendientes, la mayoría reyes y príncipes de Grecia, para recuperar a su esposa.
Áyax y Casandra por Solomon Joseph Solomon, 1886.
En el saqueo de Troya, tras la caída de la ciudad, Áyax raptó a Casandra, que estaba agarrada a la estatua de Atenea. Casandra había vaticinado la caída de Troya, pero, debido a una maldición de Apolo, nadie creía lo que predecía.
La fuente, la Wikipedia. Las fotos, de Wikimedia Commons.