domingo, 20 de julio de 2008

... mediocre de m...

Al hilo de los comentarios que hemos hecho en los dos últimos post, sobre todo, con el último comentario de Gotomax, me ha venido a la mente una canción de una artista que me descubrió un amigo.

SUPERGUAY - Vanexxa





Aquí tenéis los enlaces a su MySpace, donde podréis encontrar más canciones y a la página de Vanexxa en Subterfuge Records.

Me gusta también la canción "Puedo hacerlo bien", aunque el disco entero, titulado "Se rompe o se raja", está muy bien.

Espero que os guste. Disfrutad lo que queda del fin de semana. También sirve para empezar la semana con ímpetu.


jueves, 10 de julio de 2008

Conócete a ti mismo

La frase del Oráculo de Delfos del título viene pintiparada para el post anterior y para el de hoy.

¿Quién sabe de qué somos capaces? En una situación límite, ¿en qué nos podemos convertir? ¿Seríamos capaces, incluso, de reconocernos?

Hoy voy a contaros otro experimento que se hizo sobre la conducta humana en cautividad.

Veamos, el experimento se hizo en 1971, en la Universidad de Stanford, California, una de las universidades con mejor reputación del mundo. El investigador era el profesor Philip Zimbardo, psicólogo.

El experimento consistía en lo siguiente: mediante un anuncio en el periódico se eligieron a 24 alumnos universitarios, de clase social media. Habían sido sometidos a test y los elegidos eran sanos y estables psicológicamente.

En el sótano de la Universidad se creó una cárcel simulada, donde se estudiaría el comportamiento de los sujetos. Aleatoriamente (con una moneda) se hicieron dos grupos: presos y guardias.

La puesta en escena fue perfecta. La policía (de verdad) cooperó para que fuera lo más real posible: fue a las casas de los que serían los prisioneros y les detuvo por robo a mano armada, les fichó y los condujo a la cárcel, es decir, al símil de cárcel en el sótano de la Universidad.

A los guardias, el día de antes se les reunió y se les dió entera libertad para dirigir la "prisión" como creyeran conveniente, con la salvedad de que estaba expresamente prohibido ejercer violencia física.

El experimento debía durar dos semanas.

Sólo duró 6 días.

¿Qué sucedió?

El primer día fue, al parecer, poco relevante. Eso, en teoría. Recordad que recrearon una cárcel, con toda la parafernalia, es decir que a los prisioneros les raparon la cabeza, se les desnudó, les echaron los polvos esos blancos para los bichos, les dieron una vestimenta parecida a un vestido tosco, no llevaban ropa interior, les asignaron un número, se les puso una cadena enrollada al tobillo para que la sensación de opresión fuera más fuerte. No era una obra de teatro, era un estudio psicológico y requerían que las reacciones fueran verdaderas.

También hay que decir que los estudiantes que hacían de prisioneros estaban previamente advertidos de la situación que se les avecinaba.

Los guardias tenían un uniforme, un silbato, una porra y unas gafas de sol, el dominio dentro de la prisión y la advertencia de que su misión podía ser peligrosa (tal y como se hace con los guardias auténticos).

Pues eso, que el primer día no sucedió nada relevante. El segundo día, se produjo ya un motín. Los presos se quitaron los gorros (medias de nailón de mujer) y los números de la ropa e hicieron barricadas dentro de las celdas. Los guardias se hicieron cargo de la situación, disolviendo el motín con extintores. Para evitar nuevos motines, idearon un plan. Hay que decir que los guardias eran 9, igual que los presos, y que hacían turnos de 3 cada 8 horas. El motín les pilló a unos, los del siguiente turno se encontraron con el motín y acusaron a los que estaban de guardia de ser demasiado "blandos". Llamaron a los del otro turno y allí estaban todos, para anular el motín y buscar la solución. El plan que se le ocurrió a uno de ellos fue utilizar técnicas psicológicas.

Los presos dormían en 3 celdas, 3 prisioneros por celda. Los guardias organizaron una de las celdas como celda de "premio". Metieron en ella a 3 reclusos. Éstos tenían las mantas, podían ir al baño cuando querían para lavarse y cepillarse los dientes, tenían sus uniformes y camas. Los 6 restantes no. A los privilegiados se les dio una buena comida a la vista de los otros 6, a los que no se les dio de comer. Se mantuvo esta situación durante medio día y luego se les sacó a los presos "buenos" de la celda de privilegio, y se les puso con los "malos", y a algunos de los "malos" se les puso en la celda buena. Los presos "malos" que tenían a uno "bueno" en la celda pensaban que era un espía; al "malo" que se habían llevado a la celda de privilegio pensaban sus compañeros que se había chivado; el "bueno", al que habían sacado de la celda de privilegio, pensaba que habían dicho algo malo de él...

Y los guardias crearon solidaridad entre ellos, eliminando la sensación de simulación.

En el segundo día, ya estaban todos en el papel.

Pero no sólo los que participaban en el experimento. Todo el equipo de psicólogos se metió dentro de su propio experimento.

En los días siguientes, la situación se fue extremando. Los presos sentían que no podían salir de verdad; los guardias, que tenían el poder realmente. Incluso llegaron rumores de la organización de una huida de la "prisión", que, al final, no se materializó. El profesor Zimbardo llegó a la situación de pedir que se trasladara a los presos a una cárcel de verdad para evitar la evasión. Ésta, supuestamente, iba a ser organizada desde fuera, a cargo de uno de los "presos" que, debido a su deterioro psicológico, fue sacado del experimento.

Otro ejemplo del grado de implicación fue que el equipo tuvo el asesoramiento de un preso real que, en un determinado momento, hizo de jefe de la comisión de la libertad condicional de los presos. Ese hombre, que había vivido esa situación, se convirtió en un oficial autoritario y repugnante, exactemente como se habían comportado con él. Cuando acabó el experimento y se dio cuenta de su actitud, se asqueó de sí mismo.

Los presos también fueron visitados por un cura, que fue informado del experimento, para ver las reacciones de los prisioneros. La mayor de la sorpresas fue cuando ese cura fue, luego de la visita, realmente a visitar a las familias de los estudiantes que hacían de presos y les recomendó de verdad que contrataran a un abogado.

Sería largo, demasiado largo, contar todo lo que sucedió allí. Resumiendo, los "presos" vieron reducidos sus derechos como personas y ellos aceptaron aquello, bajo el convencimiento de que no podían esperar otra cosa, que no podían escapar. La esperable unión de grupo había desaparecido. Obedecían ciegamente, algunos tenían ataques de pánico. Uno incluso desarrolló una erupción psicosomática en la piel. El deterioro psicológico era importante, se habían olvidado completamente del experimento y pensaban que todo era real. Los "guardias" tenían formas diferentes de enfrentarse también a su situación: unos eran duros, pero justos; otros, eran buenos y hacían favores a los presos y otros se convirtieron en unos auténticos desgraciados sádicos.

Como he apuntado antes, el final del experimento, pensado para 2 semanas, se produjo el sexto día. El profesor Zimbardo descubrió que por la noche, cuando los guardias pensaban que las cámaras no grababan, éstos sometían a los presos a vejaciones cada vez más deningrantes. Aunque el verdadero detonante fue una recién doctorada, llamada Christina Maslach, que iba a entrevistar a los guardias y reclusos: vio como los guardias llevaban a los presos se les hacía marchar en fila hacia el lavabo, con la cabeza dentro de bolsas, las piernas encadenadas y las manos los unos sobre los hombros de los otros, mientras los guardias les gritaban. El profesor Zimbardo había empezado a salir con la doctora Maslach, y ella le gritó: «No estoy segura querer tener algo que ver contigo si esta es la clase de persona que eres. Es horrible lo que estás haciendo a esos chicos.»

Las conclusiones a las que se llegaron sobre el comportamiento de un grupo de individuos en una cárcel son muy discutidas, debido a la pérdida de la perspectiva del equipo de psicólogos que debían controlar el experimento, conocido como El experimento de la cárcel de Stanford.


Sólo he resaltado algunos aspectos de este experimento. Hay una página oficial donde se habla de él y se habla de los preliminares, el experimento, actitudes y conclusiones, página revisada por el propio profesor Zimbardo. Muy, muy recomendable.

En el artículo de la Wikipedia se habla del experimento en versión resumida y también apunta las críticas que recibió y aun recibe.

También he encontrado una entrevista al profesor Zimbardo, donde habla del experimento y de las similitudes con lo sucedido en la cárcel de Abu Ghraib, durante la guerra de Irak. También habla de su libro "El efecto Lucifer". La entrevista, titulada ¿Por qué los chicos "buenos" hacen cosas malas?, está hecha por Myriam López Blanco para la página Kindsein.

Como complemento, dejo los enlaces (1, 2 y 3) a un reportaje sobre el Experimento de la Cárcel de Stanford, con vídeos e imágenes originales y entrevistas al equipo y a los sujetos. Está en inglés sin subtítulos y en versión de alta calidad.

En 2001 se hizo una película, titulada "Das Experiment" (tráiler en alemán, tráiler en inglés). Dura, indignante. Y es sólo una recreación peliculera, es decir, que se aleja en bastantes puntos de la historia real y tiene cosas que rechinan. Pero la psicología de los personajes no está mal. La recomiendo, pero para un día que se esté de ánimo. Si se está de bajón, da muy mal rollo.


lunes, 7 de julio de 2008

Ese extraño animalito...

Al hilo del post de Tale, titulado "La obediencia debida", he recordado un experimento que se llevó a cabo en los años 60 en la Universidad de Yale.

Adolf Eichmann fue uno de los responsables del campo de concentración de Dachau durante la Segunda Guerra Mundial y el encargado de la organización de la logística de transportes del Holocausto. Aplicó las órdenes escrupulosamente y fue el brazo ejecutor de miles de personas. Durante el juicio del que fue objeto a principios de los 60, adujo que fue una víctima de los tiempos que le había tocado vivir: simplemente, obedecía órdenes. Un hombre anodino, normal. Salvando las distancias, si le hubieran encargado cultivar flores, el resultado hubiera sido un jardín perfecto, minuciosamente organizado.

No resulta extraño que Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale, intrigado con el personaje y su posición de no cuestionar la autoridad, ideara un experimento para demostrar que las personas "normales" jamás harían eso.

Los voluntarios, objeto de la investigación, se contactaban a través de un anuncio en el periódico, siendo de todos los niveles de estudios, entre 20 y 50 años.

En el experimento estaban 3 personas: el investigador (un hombre de bata blanca), el voluntario real y otro voluntario, pero falso, que forma parte de la organización del experimento al igual que el investigador. Se hacía pasar a dos voluntarios, verdadero y simulado, a una sala. Les recibía el investigador. Los dos voluntarios habían de escoger su "rol" dentro del experimento, eligiendo papeles de una bolsa. Había dos papeles, en los que estaba escrita la palabra "maestro". El falso voluntario elegía papel primero y anunciaba que le tocaba "alumno". Por supuesto, al voluntario real siempre le tocaba ser "maestro". El experimento se presentaba como un estudio del castigo sobre el aprendizaje. El "alumno" (falso voluntario) era sentado en una silla, atado a ella con correas y se le colocaban electrodos de descarga eléctrica, todo esto a vista del "maestro" (voluntario real), y dando las oportunas explicaciones: las correas son para evitar el "movimiento excesivo" y se aplica crema antes de los electrodos para "evitar quemaduras". Luego, al "maestro" se le llevaba a otro apartado o habitación, donde estaba junto al investigador y donde no podía ver al "alumno", aunque sí oírlo. El investigador comunicaba al "maestro" que tenía que recitarle al alumno una lista completa de parejas de palabras. Luego, una vez acabada la lista y supuestamente aprendida por el "alumno", el "maestro" le diría la primera palabra de la pareja y el "alumno" debería optar correctamente entre 4 posibles palabras. Si se equivoca, recibirá una descarga que irá aumentando cuantos más fallos tenga.

El "alumno", ya aleccionado, debería equivocarse para recibir descargas. Al llegar a determinado nivel, gritaría y se quejaría del corazón. A los 270 voltios, gritaría de agonía. A los 300 voltios, dejaría de contestar y simularía estertores. La supuesta potencia máxima eran 450 voltios, la muerte segura.

El "maestro", cuando dijera de abandonar el experimento, recibiría del investigador 4 respuestas, que serían sucesivas: "Continúe, por favor", "El experimento requiere que usted continúe", "Es absolutamente esencial que usted continúe" y "Usted no tiene opción alguna. Debe continuar." A la quinta vez que el "maestro" se quejara o cuestionara la autoridad, se paraba el experimento. También se paraba tras 3 descargas de 450 voltios, en el caso de que se llegara a ese extremo de crueldad. El experimento también acabaría cuando el "maestro" se negara a continuar, fuera cual fuera el nivel de respuesta.

¿Los resultados? Todos los "maestros" pasaban de 300 voltios, límite en que el "alumno" dejaba de dar señales de vida, y el 65% llegaba a los 450 voltios. Todos los "maestros" eran conscientes del dolor que provocaban y se sentian aliviados al conocer que el "alumno" era en realidad un actor al que no habían hecho ningún daño. Ninguno exigió ni pidió que los experimentos acabaran y todos pidieron permiso para ir a ver si el actor se encontraba en perfecto estado de salud. Durante el experimento, al actuar bajo órdenes, creían ser simplemente meros instrumentos y que la responsabilidad no recaía sobre ellos, sino sobre el que daba las órdenes, aunque en ningún momento el investigador utilizaba la palabra "orden" ni el verbo "ordenar".

Los voluntarios recibían algo de dinero, pero nunca se les dijo que sufrirían consecuencias negativas si dejaban el experimento. Es decir, que podían dejarlo en el momento que quisieran.

Este experimento es conocido como el Experimento de Milgram.

A modo de conclusión personal, diría que ese extraño animalito llamado ser humano esconde a un perfecto monstruo, siendo bienhablada.


El artículo de Tale me recordó que había leído algo referente al juicio de ese hombre. Fue en este artículo del blog de Javi Moya, blog que vuelve a estar visible (gracias, Javi).

Si la explicación de cómo es el experimento es demasiado enreversada, consultad el artículo de la Wikipedia, que está enlazado en el post.

También: enlace a los documentos de Stanley Milgram de la Universidad de Yale (en inglés).