miércoles, 3 de enero de 2007

La historia (increíble y cruel) de Joseph Merrick

Creo que la tardanza en este nuevo artículo se explica por él mismo. Y la extensión también.



"Es cierto que mi forma es muy extraña,

pero culparme por ello es culpar a Dios;

si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo

me haría de modo que te gustase a ti.

Si yo fuera tan alto que pudiese alcanzar el polo

o abarcar el océano con mis brazos,

pediría que se me midiese por mi alma,

porque la verdadera medida del hombre es su mente."


Primeros cuatro versos de Joseph Merrick. Los otros cuatro versos del poeta y pastor protestante Isaac Watts.


Así era como Joseph Merrick hacía poesía.
Ahora, una descripción de su persona hecha por él mismo:


"Mi cráneo tiene una circunferencia de 91,44 cm., con una gran protuberancia carnosa en la parte posterior del tamaño de una taza de desayuno. La otra parte es, por describirla de alguna manera, una colección de colinas y valles, como si la hubiesen amasado, mientras que mi rostro es una visión que ninguna persona podría imaginar. La mano derecha tiene casi el tamaño y la forma de la pata delantera de un elefante, midiendo más de 30 cm de circunferencia en la muñeca y 12 en uno de los dedos. El otro brazo con su mano no son más grandes que los de una niña de diez años de edad, aunque bien proporcionados. Mis piernas y pies, al igual que mi cuerpo, están cubiertos por una piel gruesa y con aspecto de masilla, muy parecida a la de un elefante y casi del mismo color. De hecho, nadie que no me haya visto creería que una cosa así pueda existir".


Joseph Merrick, más conocido como "El Hombre Elefante", nació en Leicester, Inglaterra, el 5 de agosto de 1862 y se hizo tristemente famoso por las graves malformaciones que sufría su cuerpo. Los síntomas empezaron a manifestarse a los 18 meses de edad y él lo atribuía a que un elefante había asustado a su madre cuando estaba embarazada de él. De pequeño pudo ir a la escuela, gracias al empeño de su madre, y adquirió una gran educación: leía, escribía con buena caligrafía, utilizaba un extenso vocabulario, era inteligente... A finales del siglo XIX no era lo habitual, ni entre las clases altas.


Lo peor que le pudo pasar fue la muerte de su madre cuando tenía 11 años, que le cuidaba, le protegía y le trataba con cariño. Su padre se casó con la casera y ahí empezó el tormento de Joseph. Le obligó a trabajar para sostener a la familia. Estuvo trabajando 2 años liando cigarros, hasta que la deformación de su mano derecha le impidió hacerlo. Su madrastra le quitaba el plato de comida y le recriminaba que su deformación la utilizaba de excusa para no trabajar. Joseph salía a buscar trabajo y no volvía a la hora de la comida, ¿para qué? Sólo oía reproches, burlas y desprecios. Y comer, lo que se dice comer, dependía del humor de su madrastra.


Su padre le compró una licencia de vendedor ambulante, pero la discapacidad de Joseph ya era evidente. Andaba con mucha dificultad, las deformaciones le comprimían la tráquea y apenas podía hablar. La gente le hacían corrillo para mofarse de él y los niños le insultaban, le pegaban y le arrojaban piedras. Se escapó de casa, ya no podía continuar así. Fue ayudado por su tío Charles, que lo acogió en su casa y lo trató como a un hijo, cosa que su propio padre no hizo. Al quedarse su tía embarazada, Joseph resolvió irse para no molestar, en contra de la opinión de su tío.


Ingresó en la Work House de Leicester, que supongo que fuera un lugar donde enseñaban un oficio, pero las condiciones de vida eran muy duras, sobre todo para él. Los responsables de la Work House le mandaron al hospital para que le operaran (debido a una protuberancia en la cara en forma de trompa) y para que ya no volviera. La operación resultó bien, porque pudo comer mejor y hablar con mucha más claridad. Pero del hospital lo echaron, porque no admitían a enfermos crónicos y sin curación.


Se le planteó el problema de dónde ir. Y la solución fue a un circo para exhibirse públicamente y poder ganar algo de dinero. Le fue bien, hizo amistades y le trataron con dignidad. En Londres, le vió un eminente médico y cirujano, Frederick Treves, que se interesó vivamente por su caso. Le hizo reconocimentos e intentó que se quedara en el London Hospital, pero, al no tener cura, no se lo permitieron.


En Inglaterra no podía quedarse, porque el espectáculo lo cerraban las autoridades por indecente. Le contrató un empresario circense italiano para llevarlo al continente. Pero las condiciones de exhibición de personas con deformidades eran muy severas y el espectáculo era cerrado a los pocos días, sin conseguir hacer beneficios. El empresario, con muy pocos (ningunos) escrúpulos, abandonó a Joseph en Bruselas a su suerte. Casi le fue imposible llegar a Inglaterra a él solo, nadie quería darle un pasaje en su barco, a todos le resultaba repulsiva su figura. Al final lo consiguió, bajo la condición de no salir del camarote. En Denver cogió un tren (buscó un vagón vacío) para llegar a Londres. Allí, en la estación, se fijaron en él y fue objeto de burlas, llevándole tan al límite que hizo acto de presencia la policía. Sólo acertó a enseñar la tarjeta del médico que le había examinado en Londres, al que llamaron y se hizo cargo de él.


Con el tiempo, las deformaciones de Joseph se habían agravado, además de tener una bronquitis de la travesía en barco. El médico, Frederick Treves, se hizo cargo de él y se empeñó en que tuviera un sitio donde ir. A través de un anuncio en el periódico, consiguieron donaciones. Pero lo que el médico buscaba era un hogar para Joseph. Gracias a la presión social y a miembros de la realeza, obtuvo unas habitaciones en el London Hospital de por vida.


Allí, conocido su caso por la opinión pública y ya no teniéndose que esconder más, pudo desarrollarse como lo que era, una persona. Leía novelas, escribía, recibía visitas (la princesa de Gales entre ellas, que ayudó a su causa), aprendió cestería (en la que era muy hábil) e hizo una estupenda maqueta con cartón de la iglesia que podía ver desde su habitación.


Las personas que le conocieron resaltan su trato dulce y educado, jamás tuvo rencor a nadie, a pesar de las humillaciones y palizas que sufrió. Sabía leer y escribir con estilo (algo insólito entre las clases bajas y no muy común entre las clases altas). Aprendió a escribir con la mano izquierda, por la enorme deformidad de su mano derecha, y lo hacía con una caligrafía perfecta.


Murió el 11 de Abril de 1890. Al principió se creyó que de asfixia (no podía dormir tumbado, sólo sentado con la cabeza entre las rodillas), pero posteriormente se dictamió que murió desnucado por el peso de su cabeza. Murió a los 27 años.


Fuentes: Wikipedia (ya enlazado) y un artículo extenso de divulgación donde podréis encontrar las fotos de Joseph Merrick y donde viene una explicación médica a su enfermedad, el síndrome de Proteus, único caso documentado en la historia de la humanidad.
También hay una película "El Hombre Elefante", protagonizada por John Hurt y dirigida por David Lynch.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado el artículo.

Un beresazo.

jose jesus punk dijo...

pus empesando grasias porque no lo hacen con fin de lucro y Joseph era sabio y aunque nolo conosi me agrada y es alguien especial pami (chuypunk)