martes, 8 de abril de 2008

El poder del nombre

En la antigua cultura egipcia, eran varios los elementos que componían al ser humano: Dyet (el cuerpo como soporte físico tangible), Ib (el corazón, la sede de los pensamientos y emociones), Ka (sería la "chispa divina", un trocito del principio universal), Ba (concepto parecido al alma de cada individuo, con su propia personalidad), Ren (el nombre), Sheut (la sombra, indivisible de la existencia del individuo, porque cualquier cosa que existe tiene sombra). Las personas importantes también podían tener Aj (realización máxima como persona) y Sejem (manifestación de la voluntad y fuerza divinas). Tal vez no lo estoy explicando muy bien, así que os ruego que, si tenéis dudas, consultéis el enlace de elementos del ser humano (antiguo Egipto). Hoy me voy a detener en una de esas partes intangibles del ser.

Ren era el nombre de una persona, el que se le daba al nacer y que, posteriormente, se ampliaba y transformaba según los títulos que obtuviera. Pero iba más allá que un simple nombre. El Ren era un componente espiritual del ser humano. Escribir y pronunciar el Ren de alguien era perpetuarlo en la memoria, hacerlo vivir. Era muy importante para los egipcios que su nombre no cayera en el olvido. Por eso, los faraones mandaban construir edificios donde hacían tallar su nombre en la piedra, para ser recordados eternamente y no "morir" en el Inframundo.

Por eso, uno de los castigos más crueles y que aterrorizaba a cualquier egipcio era que su nombre fuera borrado y que estuviera prohibido decirlo, porque era desaparecer en el mundo y en el inframundo.

No sé si hubo muchas personas que, al morir, tuvieron este castigo. Sí sé de algunos faraones que lo "sufrieron", aunque con poco éxito, claro, porque sus nombres han llegado hasta nuestros días. Uno de ellos fue Akenatón. Accedió al trono con el nombre de Amenhotep (Amón está satisfecho), pero a los pocos años emprendió una reforma religiosa sin precedentes: eliminó el culto a cualquier dios que no fuera el dios solar Atón, creando una religión monoteísta, algo muy alejado de la concepción egipcia de la religión. Las motivaciones pudieron ser religiosas y también económicas. Los sacerdotes de Amón tenían tierras y rentas que les hacían hombres muy poderosos e influyentes, socavando posiblemente la autoridad del faraón. Akenatón, al eliminar el culto a Amón (incluso intentó borrar el nombre del dios y de su esposa Mut de cualquier sitio donde estuviera escrito), se apropiaba de las tierras y de las rentas. Con este dinero, empezó a construir en el desierto una nueva capital para su reino, Ajetatón, intentando trasladar a la alta sociedad egipcia hacia una ciudad en medio del desierto, con templos con grandes patios abiertos para adorar a Atón, al disco solar.

Detalle de una estatua de Ajenatón. Museo de El Cairo. Imagen de Wikimedia Commons.Detalle de una estatua de Ajenatón. Museo de El Cairo. Imagen de Wikimedia Commons.

Tras la muerte de Akenatón, le sucedió Semenejkara, faraón arqueológicamente esquivo que no se sabe aún si fue hombre o mujer, que reinó como mucho un año. El siguiente faraón fue Tutankatón, que luego cambiaría su nombre a Tutankamón, cuando restauró el culto a Amón. Tras la muerte prematura de éste, ascendió al trono su visir Ay, un anciano sin hijos que reinó 4 años y al que sucedió Horemheb, el último faraón de la XVIII dinastía. En la época de Ramsés II, se borraron los nombres (Ren) de Ajenatón, Semenejkara, Tutankamón y Ay de cualquier documento, monumento, estela u objeto donde estuvieran, los cuatro faraones que tuvieron algo que ver con el culto monoteísta a Atón. Esos años de reinados se añadieron al reinado de Horemheb, haciéndole sucesor de Amenhotep III, que fue en realidad sucedido por su hijo Akenatón.

Otro faraón condenado al olvido eterno fue Hatshepsut, una de las pocas reinas-faraón, de la que ya hice un artículo contando su historia.


Fuentes: la Wikipedia, enlazada en el texto. Pero ¿quién no conoce un poco la historia de Akenatón y, sobre todo, de Tutankamón, la momia más famosa del mundo entero? Quien intentó hacer que se les olvidara, no hizo muy buen trabajo.


7 comentarios:

Igrein dijo...

Si, ya lo había oído lo del "castigo" del nombre.

Hoy le enseñaré tu post a mi peque, que seguro le gusta...
Ella vive obsesionada con Tutamkamon...

Dice que cuando sea mayor se irá de viaje allí... jajaja!!! pues que tiemblen, porque es un terremoto!!! Jajajaja!!!
No saben lo qe se les viene encima...

Un besote!!!

Mad Hatter dijo...

Fascinante el mundo de los antiguos egipcios, "Bloggesa". No sabía que había habido reinas-faraón ¿Lo fue también Cleopatra?

Ayyy... el día que "Googleatón" nos borre los blogs, ya verás la gracia que nos va a hacer y lo REN-corosos que nos vamos a volver.

donde duende??? dijo...

No pusistes una vez algo parecido???sobre todo lo de los nombres del principio¡¡¡me suena a algun post tuyo, pues no he leido otra cosa de egipto sino ha sido aqui¡¡asi que...

Besitos momificados¡¡¡¡y no te preocupes que no hare ningun chistecito con las momias y sus respectivas edades¡¡¡¡jajajajja...

Ana dijo...

El poder del nombre es como el poder de la palabra. Siempre se ha dicho que poseen mucha fuerza.

Bloggesa dijo...

Igrein, tienes entonces a una egiptóloga en potencia. Era una cultura fascinante, a mí también de pequeñita me gustaba un montón leer cosas de Egipto. Espero que le haya gustado. Un abrazo.

Mad Hatter, has hecho un símil bloguero tan chulo que haré el próximo post de las reinas-faraón. Un beso.

Duende, casi casi. Hice un post sobre el "Juicio de Osiris". ¿No recuerdas unos dedos de pies de una momia? Aquí está, por si te apetece volver a ver la foto de tu antepasado. XDDDD

Ana, desde luego, el poder de la palabra en el antiguo Egipto, que otorgaba la vida o la muerte, era muy poderosa. Ahora, no les reconocemos tanto poder o no nos damos cuenta de ello, no sé. Un beso.

kamonbeibelaikmaifalle dijo...

A mi también me fascina la Civilización egipcia y más que me la cuenten así de bien. No sé si los nombres influyen de alguna manera en la vida de las personas.. Pero por si acaso.. y para conocernos un poquito más, te diré que mi Ren de nacimiento es Pilar (o sea, Columna) ha ido evolucionando, eso si, sin titulos a Pili, Pilonga, Pilarica etc.. etc. hasta últimamente que me llaman Kamonbeiby... ¿Cómo se explica este cambio?
Blogge, ¿nos podrías decir tu nombre verdadero y su evolución?
¿Se anima alguien más? Muchos besos.

Bloggesa dijo...

Kamonbeibe, eres una picaruela. Mi nombre significa "corta de vista" en latín. ¡Qué bonito sambenito! Y sí, tengo miopía. Deseo de todo corazón que haya sido casualidad.
Como ves, me he animado a medias.
Con respecto a los diminutivos, es otro cantar. Larga historia (y absurda) que te mandaré por correo.
Un abrazo.